Es difícil explicar el desamparo que sienten millones de ravers de todo el mundo ante la imposibilidad de compartir la experiencia de un festival en vivo por culpa de la COVID-19 que ha puesto el mundo patas arriba en este año 2020, pero los amigo de Tomorrowland, que siempre han estado a la vanguardia en cuanto a entretenimiento, han querido ofrecer una alternativa para todos esos fiesteros que pensaban que iban a sufrir un año huérfano en cuanto a grandes citas.
En pleno confinamiento ya se ganaron el agradecimiento de millones de fans de todo el mundo con la retransmisión de sesiones vía streaming, realizadas mediante conexión en directo y en las que el público podía interactuar desde casa, pero hace apenas 2 meses llegaba el anuncio de algo nuevo. Tomorrowland llevaba ya varias semanas trabajando en ofrecer un festival virtual con el que paliar la ausencia de la reunión anual en suelo belga: Tomorrowland Around The World.
La cita iba a tener lugar durante las tardes del sábado y domingo del último fin de semana de julio. Durante la semana previa empezábamos a conocer algunos datos de lo que estaba por llegar. Se habían montado 4 platós (Bélgica, USA, Brasil y Australia) para grabar las actuaciones de los djs, con 6 cámaras 4K, réplicas de las cabinas de cada uno de los escenarios, que contaban con un diseño único en que se habían programado luces, hologramas, vegetación, fuegos artificiales y por supuesto, público. Hasta 280.000 avatares individuales con su propio vestuario, banderas y complementos. Un trabajo descomunal que había generado una ingente cantidad de datos por parte de 3 empresas punteras del sector y que tenían cientos de ordenadores realizando un renderizado sin descanso a ritmo 24/7. Un trabajo de 2 años concentrado en apenas 3 meses. Bajo estas condiciones se daba a conocer un line-up de lujo pensado para contentar a cualquier entusiasta de la música electrónica, y es que apenas faltaba alguno de los grandes nombres de la escena.
Repartidos en los 8 escenarios de la isla virtual de Pāpiliōnem, cuya forma es la del famoso logotipo del festival, explorando la isla podían encontrarse también lugares para aprender recetas de cocina, comprar merchandising oficial, publicar mensajes para la comunidad Tomorrowland, escuchar charlas motivacionales y mucho más. Un despliegue digital sin precedentes cuya experiencia me hizo recordar a la que se vive la primera vez que se visita el pueblo de Boom, y es que atravesar las puertas de Tomorrowland recuerda a entrar a un enorme parque temático por primera vez, momento en el que no puedes evitar sorprenderte a cada paso, recorriendo todos los rincones posibles mientras te maravillas con cada detalle que encuentras por el camino.
Una de las primeras sesiones a las que tuve la oportunidad de sumarme fue la de nuestro compañero de HIT FM Lost Frequencies. Con un equilibrio perfecto entre el sonido de sus producciones más comerciales y un sonido más propio de club, supuso mi primer contacto con un mainstage cuyas dimensiones, forma y entorno, recordaban al que se monta cada año en el parque de De Schorre. Tocaba entonces visitar otros escenarios, era el caso de «Core» en el que Adam Beyer repartía contundencia a ritmo de techno, o «Freedom» en el que David Guetta, bajo su alias Jack Back, se permitía una sesión más underground que con su nombre habitual.
Poco antes había tenido lugar en el escenario «Elixir Club», la única actuación española del festival. B Jones se empleaba a fondo en una sesión que debería haber tenido lugar en suelo belga y ante la mirada de las miles de personas que abarrotan el escenario principal cada año. Una sesión que tendrá que esperar al verano de 2021 para hacerse realidad.
De vuelta en el mainstage, tuve tiempo de escuchar un ratito de las gemelas Nervo, capaces de motivar al espectador como si realmente estuvieran viéndonos a todos delante; también disfruté de unos minutos del set de Alan Walker, cambié de escenario para dejarme sorprender por el sonido deep y progressive trance del nuevo alias de Tiësto, VER:WEST, y de llegar a tiempo para la esperadísima y espectacular actuación de Katy Perry, que cerró cantando «Firework» en un escenario que se llenó de globos, fuegos artificiales y un montón de detalles especialmente diseñados para su intervención.
Me habría encantado pasar un rato por el escenario «Cave», uno de los últimos en dar inicio a su programación, para escuchar algo de dubstep, pero no podía renunciar a perderme «CELL.» el espectáculo visual que nos tenía preparados Eric Prydz, uno de los djs que más están apostando por innovar tecnológicamente en los últimos años. El fin de fiesta lo viví de vuelta en el escenario principal para escuchar el cierre de Armin Van Buuren y finalmente a nuestros también compañeros y residentes belgas, Dimitri Vegas y Like Mike, a los que no les faltó ni una pizca de la energía y los recursos que habitualmente nos regalan en cada uno de sus shows.
El domingo volví a plantarme delante de la tv para viajar a la mágica isla digital y comenzar la fiesta con los divertidos Sunnery James y Ryan Marciano, con los que tuve la oportunidad de charlar un rato el verano pasado. Nuestro compañero Don Diablo sería el encargado de llevar el sonido future house al escenario principal en una tarde en la que destacar las sesiones de nombres como EDX, Laidback Luke, Vini Vici, Gryffin, Jorin Voorn, Kölsch o Netsky.
Se iba acabando la programación en la mayoría de escenarios mientras se acercaba un fin de fiesta que prometía emociones fuertes por los protagonistas de las dos últimas sesiones. Primero llegaba David Guetta, que además de pinchar algunas de sus canciones más reconocidas en formato mash-up y presentar un buen número de temas en los que explotar el sonido, que junto con el danés Morten, ha venido a denominar future rave; y por último Martin Garrix, que era el encargado de despedir la primera edición virtual de Tomorrowland Around The World, con el ya clásico espectáculo de luz, color y unos fuegos artificiales, que ésta vez eran más artificiales que nunca.
Así acababa una edición que ha congregado a más de un millón de personas de todo el planeta. Personalmente, creo que es de agradecer que un festival puntero se la juegue invirtiendo recursos con semejante despliegue de medios, para conseguir que este verano se nos quede un poco menos en blanco en la agenda festivalera y que lo haga, una vez más, innovando y tomando la delantera con una propuesta increíble, que si bien es complicado que iguale la experiencia real, sí consigue sorprender por su detalle y calidad. Los escenarios eran espectaculares, la iluminación y el entorno eran pura fantasía, la integración de infinidad de efectos de sonido para acompañar lo que se veía en pantalla (el público coreando, cantando estribillos, gritando y aplaudiendo como harían en directo <al estilo de las actuales retransmisiones de fútbol a puerta cerrada>) me ha parecido algo sublime.
También es cierto que he echado en falta la posibilidad de una mayor interactuación por parte de los espectadores, como ya hicieran con las retransmisiones durante el confinamiento, en las que conectaban con el público bailando desde sus casas, pudiendo así participar con tu bandera y complementos propios de festival; aunque sí han habilitado la posibilidad del chat, ya sea entrar al general o montando uno privado con tu círculo de amigos.
Si la posibilidad de volver a juntarnos con normalidad es cosa de un futuro lejano, o si esta primera experiencia digital ha sentado un precedente a repetir y explotar a partir de ahora, yo propondría ir un poco más allá para conseguir la experiencia inmersiva. ¿Por qué no soñar entonces con un dispositivo (láser, foco led, máquina de humo, etc.) conectados a la red y manejados on-line durante la retransmisión por parte de la organización? Así cada uno podría montarse desde casa o pequeños espacios, su particular Tomorrowland. Ahí lo dejo como idea mientras espero el momento en el que volver a disfrutar juntos, como se ha hecho toda la vida. Hasta entonces, ponte tu mascarilla, cuídate y cuida a los demás. Ya falta menos.