Esta práctica tan común puede provocar problemas para entrar en estado de alerta, causando más cansancio y somnolencia.
¿Quién no ha dado al botón de posponer cuando suena la alarma?. El cinco minutos más puede salirnos caro, porque no descansamos cinco minutos más, si no que estamos engañando a nuestro cerebro.
Cristina Martínez, psicóloga y terapeuta dice lo siguiente “Cuando suena la alarma, el sueño se interrumpe independientemente de la fase del ciclo del sueño en que uno se encuentre. Si uno sigue en la cama cinco minutos más, el ciclo vuelve a reiniciarse para volver a interrumpirse a los pocos minutos”. Estas interrupciones hacen que el descanso no sea reparador y que estemos más cansados durante el día. Programar varias alarmas con pocos minutos de diferencia confunde al cerebro porque estas