Los expertos en fútbol americano definen el partido de la 55ª final de la Super Bowl como un partido «frío» en el que Tom Brady se hizo aún más leyenda. Y es que el veterano quarterback ha levantado su séptimo título, encima jugando en casa, con su nuevo equipo: los Bucaneros de Tampa, que aplastaron a los Chiefs de Kansas por un abultado marcador.
Estaba claro que la edición de la pandemia iba a traer sensaciones y opiniones encontradas, y ahí entra a jugar The Weeknd. Anunciado como el gran revulsivo musical del evento deportivo, marcado por la casi-ausencia de público (solo unos «privilegiados» pudieron asistir in situ, con estrictas medidas de seguridad), el de In Your Eyes ha despertado un amplio abanico de críticas: desde las muy positivas a las muy negativas, ya que, en boca de muchos, su nivel estuvo muy lejos del mostrado por Shakira y Jennifer Lopez hace justo un año.
Vestido con su particular traje rojo, The Weeknd subió a un escenario espectacular, preparado acorde a la ocasión, para deleitar al personal (20.000 asistentes en el estadio de Tampa y el resto del mundo desde sus casas) con un set que repasó, antes de meterse en el terreno After Hours, prácticamente toda su trayectoria musical. No faltaron hits como Starboy, Can’t Feel My Face o I Feel It Coming como calentamiento, y entre una escenografía cargada de luces, espejos y bombillas, antes de interpretar sus últimos exitazos. Esta vez, toda la parafernalia de vendajes formaban parte del vestuario de sus bailarines y coristas. Finalmente, Rosalía no estuvo junto a él, como previamente se había rumoreado en una de las fake news más destacadas de los últimos años en lo musical.
Independientemente de la diversidad de opiniones, la pasada madrugada se cumplió un sueño para The Weeknd. En infinidad de ocasiones había manifestado que era «uno de sus grandes objetivos profesionales«, e incluso ha llegado a invertir 7 millones de euros de su bolsillo para hacer la actuación a su medida.
Como warm up del evento del año, Miley Cyrus brilló con luz propia en un show dedicado, prácticamente, a todos los sanitarios estadounidenses. Allí, la de Midnight Sky, desenterró a Hannah Montana en una actuación sin precedentes.