En 1956, una Europa totalmente desunida tras los conflictos bélicos, vio nacer un nexo de unión musical entre naciones: el Festival de Eurovisión. Un certamen anual que, con muchos detractores en los últimos años, se ha celebrado ininterrumpidamente durante 65 años, dejando momentos y canciones para la historia. En los últimos años, los ejemplos perfectos podrían ser Euphoria, Heroes (ambas ganadoras por Suecia, en 2012 y 2015, respectivamente) o Fuego (ganadora moral de la edición de 2018).
Ni siquiera diversos conflictos con la televisión organizadora de turno. Ni siquiera eventos históricos como la desintegración de la Unión Soviética. Tampoco fueron suficientes motivos para cancelar el festival las guerras balcánicas de los 90 ni el conflicto del Golfo Pérsico. Algo que si ha conseguido el temido coronavirus.
Ayer, la UER hizo oficial que el evento previsto para el próximo mes de mayo en Rotterdam (Países Bajos), se venía abajo.
«Con gran pesar, tenemos que anunciar la cancelación de Eurovisión. Hemos barajado muchas opciones antes de tener que suspender el certamen debido a la incertidumbre creada por la expansión del COVID-19»
Entre esas opciones que reza el comunicado, la Unión Europea de Radiodifusión barajó la posibilidad de realizar un festival virtual. Opción que fue rápidamente tumbada porque «desvirtúa la esencia del festival de música».
Tras la victoria de Duncan Laurence en 2019, el festival iba a celebrarse por sexta vez en territorio neerlandés. Opción que la UER quiere mantener vigente para el próximo 2021. España, por su parte, ha confirmado que mantiene la representación de Blas Cantó de cara a la edición del año que viene.